Trueque en tiempos de Policrisis
En agosto de 2021, cuando la pandemia todavía marcaba el pulso de la vida cotidiana y la palabra “colapso” sonaba más a exageración que a diagnóstico, el portal Nota al Pie publicaba una entrevista extensa a Horacio Covas titulada: “Club del Trueque: que el dinero no condicione nuestras vidas”.
Leída cuatro años después, ya en pleno tiempo del cambio climático visible, la crisis energética global y la inestabilidad económica permanente, aquella nota ya no parece crónica de un fenómeno social curioso. Suena, más bien, a mapa de navegación para el siglo XXI.
En la entrevista, Covas contaba que al principio, allá por mediados de los ‘90, los periodistas los trataban como una curiosidad: “Éramos una nota de color: un grupo de vecinos en Bernal que se reunía para hacer intercambio…”
Ese “grupo de vecinos” llegó a articular una red que, hacia 2002–2003, alcanzó a millones de personas en todo el país. No como anécdota de crisis, sino como sistema operativo paralelo, capaz de sostener vida cotidiana cuando el mercado formal se desmoronaba.
Lo que en los ‘90 era un experimento, hoy se parece demasiado a una herramienta de supervivencia climática y económica.
“Otra economía posible”… antes de que fuera moda decirlo
La nota recuerda que el Club del Trueque nace de la convergencia de tres historias: la Red Profesional, el Programa de Autosuficiencia Regional y una militancia setentista sobreviviente a la dictadura.
No es casual: es una generación marcada por el costo real de los sistemas que excluyen, reprimen o descartan personas como lo podemos vivenciar en el libro "Sapos de otro pozo" un testimonio de la memoria de las infancias en el exilio provocado en ese periodo.
En 1994, Covas, De Sanzo y Ravera diseñan un proyecto donde el dinero deja de ser el centro. Le ponen un nombre que todavía hoy condensa la idea: Econoesfera. El objetivo era claro: que el dinero no decida quién come y quién no, que la gente pueda producir y vivir sin quedar atrapada en el juego de la acumulación, que la economía pueda pensarse desde la autosuficiencia y el ambiente, no solo desde el consumo y que el trueque multirreciproco evolucione al trueque directo confiriendole inclusive mejores ventajas que al uso del dinero porque la moneda social que usaron es duradera, portátil, intercambiable, fácilmente divisible en unidades más pequeñas, no puede usarse para la usura y es reconocida por los prosumidores.
En 2025, con inflación crónica, precarización extendida, crisis energética y cambio climático encima, la frase del título original “que el dinero no condicione nuestras vidas” deja de ser consigna simpática y se convierte en necesidad estructural.
Prosumidores: cuando la teoría empresaria se vuelve práctica popular
En la entrevista, Horacio explica que el concepto de prosumidor viene de Alvin Toffler, que el lo pensó para empresas; pero que el Club del Trueque lo baja al terreno humano: El prosumidor es la persona que produce y consume en la misma medida: tanto doy, tanto recibo.
Esa frase, que parece simple, rompe con dos lógicas tóxicas del sistema actual:
El consumidor pasivo, al que se lo mide por lo que compra.
El trabajador descartable, al que se lo mide por su productividad medida en dinero.
En el trueque, la vara cambia: el valor está en lo que sabés hacer, en lo que aportás, en cómo sostenés a la comunidad y eso, hoy, en tiempos de crisis y soledades masivas, vale tanto o más que cualquier salario inestable.
“Sabíamos lo que se venía”
Hay un tramo de la entrevista que leído hoy da escalofríos suaves y lucidez fuerte. Covas comenta que, como ambientalistas, veían que el ciclo financiero se estaba agotando: "Percibíamos que el ciclo de toma de ganancias del capitalismo se estaba cerrando, pero era difícil que la gente entendiera…"
Mientras el “deme dos” y el 1 a 1 deslumbraban, ellos diseñaban una red para cuando eso inevitablemente se cayera. No se quedaron en la denuncia: hicieron un sistema... y ese es el punto crucial: pocos dirigentes políticos anticipan crisis, menos aún construyen alternativas prácticas. Pocos académicos bajan al territorio para que sus ideas sean comestibles, útiles, replicables.
El Programa de Autosuficiencia Regional y la Red Global de Trueque hicieron ambas cosas: anticiparon el colapso y diseñaron herramientas para amortiguarlo.
Del 2001 al 2030: de crisis económica a emergencia climática
En 2003, la red de trueque había alcanzado, según la propia entrevista, a unos 7 millones de personas. Eso no es anécdota: es infraestructura social de emergencia que funcionó donde el Estado no llegaba.
Después vinieron: la persecución mediática, las campañas de desprestigio, la presión de sectores empresariales y corporativos a los que no les hacía gracia que existiera “otro mercado posible”.
El resultado fue una reducción de escala, pero no la extinción. Como dice Horacio en la nota: “El trueque nunca vuelve porque nunca se fue”.
Hoy, las nuevas generaciones se enfrentan a algo peor que 2001: no solo hay crisis financiera, sino riesgo real de crisis energética, cortes prolongados, eventos climáticos extremos, sistemas de abastecimiento frágiles.
Y ahí, otra vez, el trueque (con sus huertas, sus redes locales, su lógica de producción y consumo hiperlocal) vuelve a aparecer no como nostalgia, sino como ensayo general de resiliencia climática. Una frase que envejeció demasiado bien
Cerca del final de la entrevista, hablando del programa de radio Pleno Vuelo, Covas dice algo que en 2021 sonaba inquietante y hoy suena directamente urgente: “Es importante dejarles a las generaciones venideras un mensaje. El Club del Trueque lo condensa: es un sistema operativo que les permite aumentar la resiliencia ante la emergencia climática.”
Y remata con un ejemplo concreto: “Es una herramienta para estar preparados ante un colapso financiero, o por falta de energía; si no podés cargar tu celular o te quedás sin combustible. Nosotros sabemos cómo purificar agua de la lluvia y resistir frente a catástrofes climáticas; pero no somos eternos. Ellos son los depositarios de estos saberes.”
Leído hoy, eso ya no es hipótesis. Es manual de instrucciones.
Del archivo al presente: por qué esta historia hay que recontarla
¿Por qué recuperar una nota de 2021 en 2025?
Porque:
✦ muestra que hubo gente que vio venir la policrisis,
✦ muestra que no se quedaron en la queja,
✦ muestra que se armó una red que dio de comer a millones sin clientelismo ...
... y porque esa misma red todavía hoy sigue siendo una de las pocas propuestas concretas de adaptación comunitaria frente al cambio climático y la volatilidad económica.
Mientras una parte de la dirigencia política sigue actuando como si todo se resolviera con ajuste, deuda, promesas o depositando solo en el Estado la solución, la Red Global de Trueque sigue diciendo otra cosa: “Que el dinero no condicione nuestras vidas.”
No es solo un eslogan. Es una dirección. Y, vista en perspectiva, es una de las pocas brújulas sensatas que ofrece este tiempo.

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