MANIFIESTO

 1mpul50 — ACCIÓN LOCAL

Primer Movimiento Prosumidor Unido Localmente 2050

Para los que no esperan permiso para construir futuro

En el marco del Programa de Autosuficiencia Regional
Fundador del
Club de Trueque — Red Profesional y Red Global de Trueque




I.  EL MOMENTO QUE VIVIMOS

Desde 1mpul50 partimos de una verdad incómoda: el sistema global que nos sostiene se ha vuelto insostenible.
Los equilibrios naturales se quiebran, las redes económicas se tensan, y la promesa de progreso ilimitado se derrumba bajo el peso de sus propias contradicciones.

El planeta no se está muriendo: está cambiando. Lo que agoniza es un modelo humano que creyó que podía vivir separado de los ciclos que lo alimentan.

Mientras el clima se altera y las fuentes de energía se agotan, gran parte de la sociedad ha perdido el oído para escuchar el pulso de la Tierra. Se espera que la tecnología repare lo que la conciencia olvidó, y que los gobiernos restauren lo que solo la comunidad puede cuidar.  No es falta de poder, sino de sensibilidad: hemos dejado de percibir que somos parte del mismo tejido que ahora se desgarra. 

Esa confianza ciega es el síntoma más profundo de la crisis: la renuncia a la responsabilidad individual y comunitaria.
El miedo al sacrificio ha reemplazado a la imaginación del cambio.
Se niega el futuro porque es más cómodo pensar que seguirá pareciéndose al pasado.

Pero las señales están ahí, tan claras como el ruido de las sirenas en la noche:
el clima que se altera, la biodiversidad que se extingue, los alimentos y la energía que escasean, las guerras por recursos que se multiplican y sobre todo la sensación interior de que algo esencial se ha roto en la relación entre humanidad y mundo.

No es el fin, es la fase de transición.
Y en toda transición hay dos caminos: resistir lo inevitable o prepararse para lo posible.
Nosotros elegimos lo segundo.


II.  EL IMPULSO

De esa elección nace 1mpul50.
Su nombre encierra una síntesis y una promesa:
1
er Movimiento Prosumidor Unido Localmente 2050.
Un impulso cifrado en su propia escritura.

  • Primer, porque no pretende ser el único, sino el primero de muchos impulsos.

  • Movimiento, porque no somos una institución ni una marca, sino un flujo de acción y pensamiento.

  • Prosumidor, porque el futuro pertenece a quienes producen y consumen con conciencia, no a quienes esperan que otros los sostengan.

  • Unido Localmente, porque la escala humana es el territorio más eficaz del cambio.

  • 2050, porque ese año —símbolo y horizonte— marca el límite en que las decisiones de hoy habrán modelado las condiciones de vida de las próximas generaciones.

1mpul50 no es una idea abstracta: es una respuesta práctica a un diagnóstico.
Sabemos que los sistemas globales no reaccionarán a tiempo.
Sabemos que el Estado, las corporaciones y los grandes actores políticos están atrapados en su propia lógica de beneficio y poder.
Por eso, un camino sensato y probado es la de la autosuficiencia compartida.

Cada comunidad debe aprender a sostenerse y a regenerarse por sí misma:
en energía, en alimentos, en vínculos y en sentido.
Lo local como escudo, lo humano como centro, la cooperación como herramienta.

El impulso no es solo una metáfora. Es un movimiento de transición entre lo que se derrumba y lo que puede nacer.
Y cada persona que entiende esto y decide actuar, ya forma parte de 1mpul50, aunque no lo sepa todavía.

III.  TRES CONSIGNAS PARA LA ACCIÓN

El colapso no se enfrenta con miedo, sino con método.

1mpul50 propone tres consignas, tres direcciones simples pero radicales, tres verbos para no quedar paralizados:  mitigar,  contener y cultivar.

Cada una encierra una práctica, una ética y una forma de comunidad.


1. MITIGAR LA EMERGENCIA CLIMÁTICA

No basta con reconocer el desastre: hay que reducir su velocidad y su impacto local.
Mitigar es aceptar que ya no se trata de “evitar” el cambio climático, sino de amortiguar sus consecuencias en el territorio que habitamos.

Mitigar significa consumir menos energía y producir más sentido.
Significa reconectar con los ritmos naturales: plantar árboles, proteger el suelo, recuperar semillas, cuidar el agua.
Cada metro cuadrado que vuelve a la vida es una forma de resistencia civil.

También es mitigar aquello que contamina nuestra mente: la publicidad del derroche, la cultura del descarte, la falsa promesa del confort infinito.
El cambio comienza por el deseo: quien aprende a necesitar menos, gana libertad.

El trabajo ambiental es trabajo espiritual:
no consiste en salvar al planeta, sino en aprender a vivir dentro de él con respeto.


2. CREAR CONTENCIÓN PARA PREPARARSE

Ninguna comunidad atraviesa una crisis solo con técnicas: necesita contención humana.
El colapso no será únicamente material; será emocional, psicológico, simbólico.

Contener es crear refugios.
No de muros, sino de vínculos.
Clubes de trueque, talleres de oficios, redes de apoyo mutuo, espacios donde el valor no se mide en dinero sino en reciprocidad.

Contener es escuchar cuando otros se quiebran, enseñar lo que se sabe, compartir lo que se tiene.
La autosuficiencia no es aislamiento; es cooperación consciente.

Cada red que nace en un barrio, cada huerta comunitaria, cada taller autogestionado es un acto de prevención civilizatoria.
Cuando la sociedad de consumo colapse, la sociedad del cuidado debe estar lista para sostener a los que queden.


3. CULTIVAR LA RESILIENCIA INTEGRAL

La resiliencia no es aguantar: es transformarse sin romperse.
Es la capacidad de un sistema -natural o social- de adaptarse al cambio manteniendo su estructura esencial.

Cultivar resiliencia implica diversificar: fuentes de energía, formas de producción, modos de relación.
Una comunidad resiliente no depende de un solo proveedor, de una sola red, ni de una sola idea.

Significa entrenarse en la adaptación: aprender a reparar, a conservar, a improvisar.
El conocimiento técnico vuelve a ser tesoro, y la sabiduría ancestral deja de ser folklore para convertirse en herramienta.

La resiliencia integral también es interior:
serenidad en medio del ruido, propósito en medio del caos.
Cuando los sistemas externos colapsan, el eje debe sostenerse dentro de cada persona y en el tejido social que la rodea.


IV.  LO QUE SOMOS

No somos los primeros en diagnosticar la crisis ni en proponer autosuficiencia.
La Transición, la Permacultura, el Decrecimiento y tantos otros movimientos comparten nuestro horizonte.
Lo que nos distingue no es la novedad, sino la síntesis operativa:
tomamos lo probado de cada tradición y lo hacemos replicable en el territorio con las herramientas que ya existen y las personas que ya están.
1mpul50 no inventa: conecta, simplifica y acelera.

Por eso no somos una organización: somos una actitud !
No tiene dueños ni jerarquías, porque su poder no está en las estructuras, sino en la replicación.

Cada grupo, cada comunidad, cada persona que adopta sus principios se convierte en una célula viva del movimiento.
No hay sede, porque la sede es el territorio; no hay estatuto, porque las reglas las dicta la ética de la supervivencia compartida.

Somos prosumidores:
productores y consumidores de bienes, saberes y vínculos.
Creemos en la acción local como respuesta estratégica y en la cooperación como mecanismo de resiliencia.

En un mundo donde todo se fragmenta, 1mpul50 propone volver a unir lo que el sistema separó:
la economía y la naturaleza, la producción y la comunidad, la tecnología y la moral.

No prometemos salvación; ofrecemos entrenamiento.
No predicamos milagros; proponemos métodos.
1mpul50 no es una fe, es una práctica.


V.  LO QUE PROPONEMOS

Desde 1mpul50 nos proponemos reconstruir las condiciones básicas para vivir con dignidad cuando el sistema central colapse o antes de que lo haga.
No lo haremos con grandes discursos, sino con pequeñas acciones encadenadas.

Proponemos:

  • Reconstruir capacidades locales: cultivar, fabricar, reparar, enseñar, compartir.

  • Fortalecer redes de cooperación: trueques, bancos de tiempo, talleres vecinales, cooperativas de energía y alimento.

  • Revalorizar el conocimiento técnico y manual, rescatando saberes que la modernidad despreció e incluyendo a jubilados con ganas de vivir y enseñar.

  • Difundir herramientas de transición: guías, manuales, experiencias replicables.

  • Promover una educación resiliente, que enseñe a adaptarse, no solo a competir.

  • Integrar tecnología apropiada, sin dependencias.

  • Recuperar la noción de comunidad como infraestructura vital, no como recuerdo romántico.


Un ejemplo concreto:
Un barrio que organiza un club de trueque semanal, instala una huerta comunitaria, crea un banco de herramientas compartidas y un taller de reparación de electrodomésticos, ya está cumpliendo con cinco de estas tareas simultáneamente.
No se necesita una revolución: se necesita un grupo de vecinos comprometidos y un espacio donde reunirse. Eso es 1mpul50 en acción.

Estas no son ideas, son tareas.
Cada comunidad que asuma una de ellas ya está construyendo futuro.
El colapso no será uniforme; la reconstrucción tampoco.
Donde haya organización y propósito, habrá continuidad.
Donde haya fragmentación y miedo, habrá ruina.


VI.  NUESTRA ACTITUD

No negamos la gravedad del tiempo que vivimos,

pero tampoco aceptamos la parálisis que el miedo o el desconocimiento imponen.

Nuestra actitud no es de alarma, sino de presencia.
Actuar con serenidad cuando todo se acelera,
mantener el sentido cuando el ruido crece,
ser raíz cuando los vientos arrasan.

No buscamos héroes ni líderes iluminados.
Cada persona que se compromete a producir, compartir, enseñar o cuidar
es ya un punto de luz en el mapa.
El movimiento no necesita permisos, necesita conciencia.

Somos realistas, pero no resignados.
Sabemos que el modelo actual no cambiará por voluntad de sus beneficiarios.
No pedimos permiso porque no lo necesitamos.
Cultivar una huerta no requiere aprobación ministerial.
Enseñar un oficio no necesita habilitación burocrática.
Compartir herramientas no viola ninguna ley.


La autonomía comunitaria se construye en los intersticios del sistema,
en los espacios que el mercado y el Estado dejaron vacíos o despreciaron.
Actuamos en lo legal, en los márgenes de lo institucional .
Esa es nuestra forma de rebeldía: tan pacífica que parece invisible,
tan efectiva que cuando se note, ya será irreversible.
Por eso actuamos ahora, en lo cotidiano, en lo posible, en lo que está a nuestro alcance.

La verdadera revolución no será televisada ni convertida en tendencia:

ocurrirá en los patios, en los talleres, en las redes vecinales,
cuando cada persona descubra que puede producir parte de su alimento,
reparar lo que usa, enseñar lo que sabe y cuidar lo que ama.

Esa actitud, humilde pero constante,

es la única capaz de resistir el siglo XXI con dignidad.


VII. EL PULSO QUE SOSTIENE

Ninguna comunidad se mantiene solo por su intención: perdura por su pulso interno.

Esta red se apoya en la fuerza discreta de sus coordinadores y facilitadores, esas personas que sostienen los vínculos, impulsan la acción y cuidan la cohesión local.

En cada nodo, ese liderazgo es natural, no impuesto. Surge de la experiencia, del compromiso y de la confianza.

Así como la tierra necesita raíces que la mantengan firme, las comunidades necesitan manos que acompañen su crecimiento.

Para cuidar la continuidad colectiva, existen también espacios de reflexión: Consejos asesores, círculos de calidad o memoria donde se analizan los aprendizajes, se intercambian saberes y se renueva la energía común.

No son estructuras de poder, sino guardianes del sentido.

Esa forma de organización viva, donde cada persona puede asumir el rol de sostener o ser sostenida, es la verdadera base del movimiento.

Lo que comenzó como impulso, se convierte así en ritmo, continuidad, renovacion y lo que fue una acción, se vuelve permanencia.


VIII. LLAMADO FINAL

Se avecinan tiempos difíciles.

Pero eso no significa que no podamos hacer nada.
Significa que todo lo que hagamos ahora importa más que nunca.

Cada día de relativa normalidad es una oportunidad para actuar,
una ocasión para aprender lo que mañana puede salvarnos.

El reloj del mundo marca su cuenta regresiva.
El nuestro, el humano, sigue marcando posibilidad.

No hay profecías inevitables:
solo procesos que podemos influir con decisión y ternura.
No se trata de salvar al planeta ya que el planeta seguirá,
sino de salvar lo mejor de nosotros dentro de él.

Y cuando el ruido del mundo parezca ensordecernos, recordemos que aún canta el zorzal al amanecer y florece el trébol junto al arroyo.

No hay colapso que alcance a la ternura con que la Tierra sigue ofreciéndose cada día.

Actuar no es solo construir, sino también escuchar:

al suelo que respira bajo nuestros pies,

al agua que insiste en encontrar su cauce,

al viento que trae noticias de lo que aún puede renacer.

Que cada huerta, cada trueque, cada mano tendida sea también un acto de gratitud.

Porque lo que restaura no es solo la técnica ni la organización,

sino la mirada que vuelve a reconocer el milagro cotidiano.

Si el siglo XXI nos exige resistir,

hagámoslo con la serenidad de quien ha aprendido a mirar de nuevo.

Y si alguna vez dudamos del sentido de nuestras acciones,

bastará con oír el murmullo de los ombúes recordándonos que toda semilla, incluso en tiempos inciertos, no muere: descansa para renacer.

Desde 1mpul50 nos comprometemos a:

Mitigar lo que dañe.
Contener lo que duela.
Cultivar lo que resista.

Y a hacerlo juntos,
porque ningún individuo aislado sobrevivirá al siglo XXI,
pero las comunidades conscientes sí podrán atravesarlo con sentido.

Que este manifiesto no sea una consigna más,
sino un llamado a la acción diaria,
a la compostura frente a la incertidumbre,
a la lucidez frente a la comodidad del olvido.

Aún quedan minutos, pero ya no sobra tiempo.
Que cada comunidad elija cómo responder: con indiferencia o con propósito.
Nosotros ya elegimos.


Actúa y organiza hoy.  Resiste siempre !

Porque cada gesto es una semilla del porvenir.



📝 Si querés acompañar o participar en las acciones locales del movimiento, completá el formulario de adhesión:
Formulario de adhesión al Manifiesto 1mpul50


✒ Nota sobre el símbolo de 1mpul50

El emblema de 1mpul50 no es un adorno: es una síntesis visual de todo lo que somos.

Un reloj circular, donde el rojo avanza devorando el blanco, representa el tiempo planetario que se agota.
Los
seis minutos restantes son una metáfora del margen que nos queda antes del punto de no retorno,
pero también una frase:
“6 extingue el tiempo.”

Dentro del círculo, un reloj de arena recuerda la historia humana que se escurre dentro del tiempo de la Tierra.
El signo de
exclamación central, mitad símbolo, mitad figura humana,
evoca al ser que finalmente se da cuenta de su lugar: no dueño, sino parte.
Ese hombre-exclamación representa la apertura, la presencia, la decisión de actuar.

El número seis no es casual:
es la alusión directa a la "
sexta extinción masiva", la primera provocada por el hombre,
y también los seis minutos que quedan en el reloj del mundo.
Doble significado, misma urgencia.
Cinco veces la vida cayó y se reinventó;
esta vez, el agente de la destrucción es también el único que puede decidir no consumarse.

El símbolo de 1mpul50, entonces, es una advertencia y una esperanza.
Nos dice: el tiempo se agota, pero
aún hay espacio para la conciencia.
No hay más relojes que este instante,
ni más humanidad que la que elijamos preservar en nosotros mismos.




1mpul50 — Primer Movimiento Prosumidor Unido Localmente 2050

En el marco del
Programa de Autosuficiencia Regional
Horacio Covas - Fundador del
Club de Trueque — Red Profesional y Red Global de Trueque

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