Del Detergente de Alsogaray al Desborde en la General Paz
🌊 El mito de la “limpieza” y la lección hídrica que el país sigue sin aprender
Una verdad incómoda: lo que agoniza no es el planeta, sino el modelo humano que creyó que podía vivir separado de los ciclos que lo sostienen. Esa ficción tiene su metáfora perfecta en nuestra historia reciente.
Hubo un tiempo, Argentina neoliberal mediante, en que la contaminación se resolvía con épica mediática y promesas de modernidad exprés: El Riachuelo, símbolo del abandono estructural, fue presentado como una oportunidad política: si lo “limpiábamos”, Argentina entraba al Primer Mundo... La encargada: María Julia Alsogaray, traje sastre, muy fotogenica y con la misma fe en la “eficiencia” que impulsaba el mantra del “hacerse rico”. Los titulares se repetían con entusiasmo publicitario:
“Comienza la gran limpieza.”
“En 1.000 días, el Riachuelo volverá a la vida.”
“Una obra histórica para la Argentina del futuro.”
Era la estética del detergente: si algo huele mal, frotá fuerte y seguí adelante.
Pero la realidad fue otra: el Riachuelo siguió agonizando, la “limpieza” fue una operación de comunicación, y el país se quedó con un mito que, décadas después, sigue contaminando el sentido común.
💸 El mito del maquillaje: cuando se confunde un ecosistema con un caño sucio
El fracaso de los ’90 dejó instalado un error conceptual que aún hoy ronda en discursos políticos:
“Hay que limpiar los ríos.”
Ese lenguaje simplifica y destruye porque un río no es una tubería, es un ecosistema complejo que respira, se mueve, transforma y regula. Y lo que el neoliberalismo llamó “limpieza” fue, en realidad, su desmantelamiento ecológico: Se hormigonó y rectificó el cauce, se eliminaron juncos, totoras y vegetación protectora, se ocuparon llanuras aluviales y se rellenaron humedales, se asumió que el río debía adaptarse a la urbanización, en vez de ser al revés.
Como decimos en nuestro Manifiesto: el planeta no se está muriendo; está cambiando. Lo que agoniza es el modelo que creyó que podía imponer sus reglas.
🚨 Del Riachuelo a la Ribera de Quilmes: el presente que nos golpea la puerta
Esa lógica del descarte, esa soberbia territorial, reaparece hoy en la ribera de Quilmes, donde una y otra vez se plantea la “limpieza” como solución mágica y aquí sobreviene la ironía trágica: lo que se vendió como modernización en los ’90 es hoy la causa directa del desastre. Las calles anegadas, los barrios bajo agua, la Avenida General Paz convertida en río… no son “sorpresas climáticas”: son la factura de décadas de ignorar la geografía y de insistir en el maquillaje.
Tres verdades simples que se nos vienen encima:
␥ Mitigar es aceptar. Ya no se trata de “evitar” el cambio climático, sino de amortiguar sus impactos.
␥ El agua insiste. Y cada error territorial aumenta su fuerza.
␥ El río no tiene ideología. Tiene memoria. Y cada vez que le quitamos su vegetación, acelera, erosiona, arrasa.
💚 Conclusión Prosumidora: dejar de barrer y empezar a reconstruir
Desde 1mpul50, proponemos abandonar la narrativa del detergente y adoptar el lenguaje de la ecología, la resiliencia y la acción localizada. No ofrecemos salvación. Ofrecemos método. Entrenamiento. Comunidad. Porque la salida no es vertical; es colaborativa.
La respuesta está en lo local, no en el marketing político:
Mitigar la Emergencia Climática
↳ proteger suelos, recuperar semillas, cuidar el agua. En Quilmes: restaurar humedales, devolver espacio al río, recuperar vegetación nativa.
Cultivar Resiliencia
↳ diversificar producción, reorganizar vínculos, volver a unir economía y naturaleza. La Ribera de Quilmes no es un “problema de basura”. Es un desafío de convivencia.
Lo que queda del episodio Alsogaray es una lección cívica: cuando se apaga la complejidad, cuando el Estado se vuelve publicitario, los ríos hablan. Y hablan con agua.
Nuestro compromiso es actuar hoy, en los intersticios del sistema, para que la memoria del río se convierta en guía y no en amenaza.
Donde haya organización y propósito, habrá continuidad. Y de esa continuidad, una nueva manera de habitar.

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